martes, 17 de octubre de 2017

Pasar a la acción para desconectar

Muchas veces nos quedamos anclados en una fase de rumiación, el llamado círculo vicioso de pensamientos reiterativos que nos generan estrés y ansiedad. Nuestra mente quiere solucionar un problema pero no puede y se genera un estado de malestar que no permite que fluyan las ideas creativas.

Cuando nuestro cerebro comienza a generar especulaciones de acontecimientos pasados o futuros ("debí decir esto o hacer aquello", "podría cambiar mi trabajo", "mi vida sería mejor si...", etc.) la mente funciona como un simulador de realidad. Pero paradójicamente nos desconecta de la misma. Si no aprendemos a poner límites al simulador podemos llegar a pasar la mayor parte del tiempo totalmente desconectados del momento presente. Y así pasan los días.....y los años.

El deporte va muy bien para combatir la rumiación, puesto que se generan endorfinas y se estimula la creatividad, aliados poderosos para encontrar nuevas soluciones a nuestros problemas. No obstante, lo determinante es pasar a la acción.


El caso concreto de la fobia social

Es muy normal ver personas bloqueadas que no pasan a la acción. En psicoterapia es muy importante si tu conducta es activa o pasiva frente al problema. La acción te conecta con el aquí y el ahora, y consigue que no pases tanto tiempo en el plano mental, generando estados de estrés y ansiedad.

Anticipar lo que pasará es un mecanismo de defensa. Nos prepara para las posibles adversidades. Sin embargo la realidad es impredecible y siempre nos sorprende. En general nos damos cuenta que nuestras predicciones suelen ser exageradas y sueles ver peligros donde no los hay.
Resulta muy positivo atreverse a aceptar la incertidumbre aunque de miedo. No ser tan calculador, es decir, no perder tanto tiempo valorando tus acciones. Recuerda que una de las anclas que tiene la fobia social es que vives un autoengaño y evitas pasar a la acción "por si acaso" se cumplen las predicciones catastróficas del futuro.

Es mejor hacerlo mal que no hacerlo

Nunca tenemos la convicción de que estamos preparados para hacer un cambio en nuestra vida. El miedo se encarga de recordarte que en casa estarás más seguro. Pero la mejora aparece en el primer momento que decides hacer pequeñas cosas. Es importante no exigirse hacer las cosas perfectas, equivocarse es parte del proceso de aprendizaje. Un pequeño paso ya genera una actitud activa. Contactar con una persona que tiene el mismo problema que tu y charlar sobre ello, o consultar con un terapeuta, serian ejemplos de pequeños grandes pasos. Son una manera de decirte que el cambio depende de ti y dejar de sentirte una víctima de las circunstancias incapaz de hacer nada al respecto. Moverse es la clave.

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